jueves, 6 de junio de 2013

Helena




Este frío que cala en los huesos
del desabrigo, la obscenidad
de encontrarse tan falto de afecto
en mi pequeña asfixiante ciudad,
adintelada en piedra helada
que mezcla lluvia con brotes de sol.
Se repiten los rostros, las miradas,
se consume el débil fuego interior.
No hay sutura en el mundo
suficiente para cicatrizar
las heridas del corazón moribundo
que desee encontrar su lugar.

Cuando la vida pasa por delante
de los ojos del que para y observa,
el andar del tiempo no es bastante,
para aprender cómo se juega
a este maldito rompecabezas.
Es difícil unir dos piezas
si quebrarse es lo que hace una de ellas.
Maldigo tu recuerdo, tu presencia,
que me roba la alegría
Y otro día, otro más,
esta alma mía
sin jugar... se quedará.

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