martes, 27 de marzo de 2012

El filo de la navaja

Ocho años después despertó
y vio que en su interior todo había cambiado.
El cielo era una continua lucha
entre el claro día y la noche eterna,
la parte oscura del humano
con su bondad estaba en guerra.
No podía quejarse,
él no tenía la culpa,
la naturaleza del hombre
se rige por dónde actúa,
la pobreza traerá enorme bien o mal
pero lo rico lo segundo siempre da.
Ya sea de forma natural o provocada
la persona es pervertida por el grupo,
antes o después envilecido acaba:
para vivir en armonía éste es el truco.

Alighieri, lagunero,
se nutrió de ella en su infierno,
la bondad no tiene ruedas,
rampante cabalga la vileza.
De este cuento una horrible moraleja
pretende desnudar los ojos ciegos:
la bondad alimenta con agua,
manjar deseado la noche ingrata.
Manos tendidas recorren mundos,
pero los puñales
no entenderán nunca de realidades
y alcanzan siempre más distancia,
en el tiempo y el espacio,
viajando en la arrogancia
de una especie que premia
el filo de la navaja
con el que uno se pasea.

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